Hoy comenzamos la semana analizando la reciente excarcelación de presos políticos. Primero debemos afirmar con propiedad que no es Libertad la que han recibido sino excarcelación. No puede llamarse libertad el “departamento por cárcel”, “ciudad por cárcel o casa por cárcel” y las condiciones restrictivas entre las cuales está presentarse periódicamente a una delegación policial a firmar, algo totalmente no previsto en la ley, y además humillante. Esta medida no es un acto de clemencia o de humanismo, sino una estrategia calculada del régimen orteguista para aliviar la presión internacional y dividir más a la oposición, estimulando a un grupo de políticos criollos a creer que es posible salir de la dictadura con sus propias reglas.
Cuando Ortega libera presos, busca tres objetivos principales.
Primero, debilitar las denuncias internacionales sobre violaciones de derechos humanos, sobre todo en este momento que pende la suspensión del DR- CAFTA.
La alegría genuina que nos produce que nuestros compatriotas caminen bajo e sol y disfruten la compañía de sus familias, no nos nubla la visión estratégica. El régimen orteguista, lejos de actuar por convicción democrática o arrepentimiento, ejecuta una jugada calculada para desactivar las denuncias internacionales sobre su carácter represivo.
Segundo, crear la ilusión de una «apertura democrática» en momentos en que el régimen de Venezuela agoniza en estertores, y sabe que su régimen continúa en la mira de la administración Trump, por ser régimen dictador y narcoterroristas. Cada preso liberado es, en su lógica perversa, una bandera de lucha menos para la oposición y un argumento menos para las sanciones internacionales y Tercero, fragmentar a la oposición entre quienes celebran estas excarcelaciones como liberaciones, como acto de buen corazón del dictador y quienes mantenemos una postura crítica frente al régimen. A las puertas de entrar en un año electoral para Nicaragua según la Constitución, estas excarcelaciones busca proyectar la imagen de un gobierno dispuesto al «diálogo» y la «reconciliación», cuando en realidad solo pretenden lavar su imagen sin ceder en su empeño por conservar el poder absoluto.
La realidad es que estas excarcelaciones son condicionadas y no significan el archivo de sus causas judiciales , mucho menos el fin de la represión. Mientras algunos presos salen de las cárceles, las leyes que criminalizan la disidencia siguen vigentes, el aparato de control permanece intacto, nuevos mecanismos de persecución se implementan discretamente y lo mas grave y delicado, aun hay mas de 32 presos políticos calificados por los organismos internacionales de derechos humanos como desaparecidos. No se sabe su paradero, no se sabe en qué condiciones se encuentran. No se sabe si están vivos. Sus familiares no pueden verlos, en un acto de perversidad y maldad ilimitada.
La comunidad internacional no debe caer en esta trampa. Las excarcelaciones recientes no pueden ocultar la naturaleza autoritaria del régimen , su aparato de muerte opera plenamente.
Al vaciar las cárceles de figuras prominentes, el régimen intenta destruir la narrativa de la persecución política y presentarse como un actor razonable. Sin embargo, esta fachada es frágil y cínica. La excarcelación no borra los años de tortura, los procesos judiciales amañados ni el destierro forzado al que muchos fueron sometidos. Tampoco significa el fin de la represión que es política, económica, étnica, cultural y religiosa.
Nuestro deber como oposición consciente es mantener la claridad estratégica: Celebramos y nos alegramos por cada compatriota reunido con su familia, pero no nos confundimos ante las maniobras distractoras del dictador. La lucha continúa hasta que todos los nicaragüenses puedan vivir en libertad. Por eso, y porque debemos prepararnos para la batalla decisiva, tenemos que organizarnos en todo el país, en las FUL, Fuerzas Unidas para la Libertad.
La Democracia se construye , Hagámosla!
Escrito por Dr. DANILO MARTINEZ
Coordinador General del MUD.