La historia, tal como hemos visto, no se estudia solo para admirar triunfos, sino para desentrañar las causas de los fracasos y no repetirlas.
La sangrienta lección de Abril de 2018 nos grabó a fuego tres verdades que nunca más debemos olvidar. Primera: La crisis de una tiranía solo la resuelve el pueblo. No un grupo, no una élite, sino el pueblo en su conjunto, masivo, indomable, en las calles, en los campos, en cada rincón de Nicaragua.
Fue el pueblo quien se alzó y fue el pueblo quien mostró el camino. Los dialogantes tomaron otro atajo. Segunda: Se necesita una dirección unificada de la lucha. Así como el pueblo debe confiar en su fuerza, debe confiar en un LIDERAZGO CONJUNTO. No en un caudillo, no en un mesías, sino en una dirección unida, firme y decidida que esté dispuesta no a pedir la libertad como un favor a los verdugos, sino a conquistarla junto a su pueblo, codo a codo, en la lucha. La libertad no se negocia, se gana.
Y tercera, la más dolorosa y clara: No hay solución política dialogando con el dictador. Ortega y Murillo han convertido el diálogo en una farsa macabra, en una estrategia cínica para ganar tiempo, dividir y sobrevivir. ¿Acaso no lo vimos en 2018? Mientras se hablaba de «mesas de trabajo», de «reformas electorales» , “de reformas politicas” y de «comisiones de verificación», “de adelanto de elecciones para el 2019” ellos seguían asesinando a nuestros jóvenes y para cuando se suspenio el dialogo en junio del 2018 ya iban mas de 300 nicaragüenses masacrados. Ese es el precio de creer en la palabra de un régimen que no tiene honor.
Sus acuerdos fueron tinta sobre agua, sin garantes, sin garantías, solo un teatro para que, cuando se acabaron las razones, impusieran la fuerza, la masacre, la mentira del «golpe de estado» para justificar lo injustificable. Quedó claro como el agua que solo la fuerza organizada del pueblo, su determinación inquebrantable y su respuesta masiva y total pondrán fin a esta dictadura. Hermanos, la comunidad internacional nos da su solidaridad, y su apoyo es valioso. Pero ¡que nadie se engañe! La libertad de Nicaragua no será un regalo de embajadas ni de organismos foráneos. Por mandato de nuestra Constitución y por legitimidad de nuestra soberanía, esta es una lucha que le corresponde única y exclusivamente al pueblo nicaragüense.
¡Nadie más garantizará nuestra plena libertad que nosotros mismos! Por eso hoy digo, con toda la fuerza de mi convicción: ¡CONFIEMOS EN DIOS Y EN LA VICTORIA DEL PUEBLO NICARAGÜENSE! Tengamos esto claro: Daniel Ortega no es un presidente. Es un usurpador. Carece de legitimidad de origen y, mucho más, de legitimidad en su ejercicio sangriento. La soberanía no reside en sus manos criminales; la soberanía reside en ustedes, en el pueblo. Por tanto, luchar contra este régimen opresor no es solo un derecho, es un deber sagrado. Y en esta lucha, el pueblo debe confiar en la dirección unida que estamos forjando.
Nicaragua ya no tiene espacio para políticos timoratos, erráticos o apaciguadores. Esos que, con su obsesión por dialogar con el tirano, le dan oxígeno a la dictadura y prolongan nuestra agonía, como pasó en 2018. Si no hubiera sido por ese diálogo estéril, hoy los terroristas que azotan nuestra patria ya estarían fuera del poder. Entendemos el valor de la paz, porque sin paz no hay vida. Y debemos buscarla incansablemente, pero no toda la vida.
Hay un tiempo para el diálogo y hay un tiempo para la lucha. Y hoy, ante las condiciones trágicas en que la dictadura tiene sumido a nuestro país, el momento es de lucha. Lucha cívica, lucha pacífica, resistencia activa. O de la manera que el pueblo, en su soberana sabiduría, decida que es la mejor para alcanzar su libertad. Pero lo que no debemos permitir, bajo ningún argumento, es sentarnos otra vez a la mesa con un régimen que ha declarado la guerra a su propio pueblo y que pretende hasta borrar nuestra identidad y nuestra fe. Por eso, con la frente en alto y la mirada en el horizonte de una Nicaragua libre, lanzo este llamado:
¡Organicémonos! ¡Confiemos en nuestro Liderazgo Conjunto! ¡Luchemos con LA FUERZA DE LA UNIDAD POPULAR! Y al político que pida condiciones para elecciones con los criminales, al que esté listo para negociar con asesinos, al que insista en dialogar con los enemigos de la humanidad, le decimos: No importan sus discursos retóricos y sofistas. Con sus actos, intencionalmente o no, son colaboradores de la dictadura. En política, no existe la inocencia. El camino no está en los pasillos oscuros de la negociación con verdugos. El camino, es nuestra ruta para una paz con justicia, es la ORGANIZACIÓN Y LA LUCHA POPULAR. CONFIEMOS EN DIOS.
Escrito por DR.Danilo Martínez , coordinador general MUD