Ya era común para ella y su familia que las luces rojas, amarillas y azules de las patrullas policiales se filtraran al interior de su vivienda, al estacionarse a cualquier hora del día o la noche en la calle frente a la casa. 

Sin embargo, en ese último mes de asedio una fría y opresiva mala vibra se le había alojado en la sangre, como una funesta premonición de que podría estar viviendo sus últimos días en libertad y despertar, un día cualquiera, sin ver a sus hijas dormidas en la tranquilidad de su hogar. Supo que vivía con miedo. 

Para Kalua Salazar, víctima durante muchos años de acoso policial por su papel de reportera y jefa de prensa de Radio La Costeñísima, aquel abril fue excesivo el asedio policial de casi 24 horas frente a su casa. 

Las voces sensatas de familiares, amigos, colegas y su propia voz interna, le indicaba que tenía que salir del país antes de caer presa como varios de sus colegas han estado cayendo en los últimos años. 

Difícil adiós al querido Bluefields

Así que una mañana de mayo partió de su querido Bluefields, en el Caribe Sur de Nicaragua y se prometió a sí misma que pasara lo que pasara, tendría que seguir en el periodismo para mantener viva la enseñanza y camino que le enseñó su tutor Sergio León Corea, el periodista fallecido por Covid-19 en 2020 y fundador de la emisora donde ella debutó y ejerció el periodismo independiente.  

Ahora Kalua está en Estados Unidos, tratando de adaptarse a la dura vida de un país lejano y a las dificultades de todo tipo que significa la migración, lejos de su familia y emocionalmente afectada por el duelo del exilio. 

Sin embargo, en medio de todo, ha encontrado fuerzas para seguir en el periodismo tal y como se lo prometió cuando tomó la decisión de cruzar las fronteras de su país.  

Ella impulsa el programa de podcast Vidas Caribeñas y a la vez, alternando con otros oficios, coopera con varias plataformas de periodismo independiente. 

El proyecto Vidas Caribeñas nació, cuenta Kalua, como una idea sin forma mientras pensaba en el avión de qué manera podría seguir informando sobre su natal Bluefields.  “Personalmente me sentían tan mal porque dejaba atrás todo por lo que yo había luchado con mucho esfuerzo y durante muchísimos años, pero tenía la esperanza de que podía continuar ejerciendo, pero en ese momento no sabía cómo, no sabía qué hacer, ni siquiera si iba a estar bien en mi proceso de exilio”, relata. 

“Iba en el avión pensando cómo hacer para mantener viva las aspiraciones de mi comunidad a los derechos humanos, a la libertad, los despojos de sus territorios en la Costa Caribe, la desolación de la migración… y se me ocurrió crear un podcast y así nació Vidas Caribeñas”, comenta la reportera exiliada.  

La narrativa de un Caribe diferente  

Si bien admite que fue una idea inicial, rápida, sí fue la chispa que incendió la idea del proyecto periodístico, junto a otra colega que también se exilió a los días que ella salió de Nicaragua.  “Después de mi salida, se fueron cuatro periodistas más del Caribe Sur al exilio, incluyendo una colega que había trabajado conmigo antes y es con ella con quienes compartimos el podcast de Vidas Caribeñas”, relata. 

Entusiasmada por hablar de periodismo, sobre Bluefields y de Nicaragua, Salazar comenta que el proyecto de podcast siempre ha tenido la idea de no contribuir a la narrativa “turística” que promueve la dictadura de Nicaragua al abordar la realidad de la Costa Caribe. 

“La idea del proyecto es hablar de las vidas cotidianas del Caribe, pero con todas sus variantes, no queremos que se siga vendiendo la idea de que el Caribe solo es turismo, felicidad o fiesta, gastronomía o cultura, que es el enfoque que trata de vender la dictadura”, comenta Kalua. 

“El Caribe es una zona empobrecida, una zona vulnerable, una zona olvidada y despojada de sus derechos…”, detalla la periodista, la mujer más asediada por la dictadura en Nicaragua desde 2018, con 54 tipos diferentes de agresiones, según datos de la organización Fundación por la Libertad de Expresión y la Democracia.

Con pasos firmes

El proyecto apenas inicia, pero el entusiasmo de Kalúa y su equipo es grande, pese a las dificultades. 

“Hasta el momento llevamos tres ediciones que han sido muy aceptados porque son temas que nadie más los ha tratado de esa manera, con voces propias de la zona, analistas, expertos, investigadores que también son exiliados, pero que de alguna manera buscan evidenciar lo que ocurre en nuestra región”, comenta entusiasmada.  

Admite, además, que colabora con otras plataformas digitales, pero con mesura y prudencia por temor a represalias a fuentes y amigos de su región.  Colaboro con otras plataformas, pero desde sin firmar por protección a las fuentes locales allá, siempre enfocando todo lo que pasa en nuestra región y eso nos motiva a mantener los podcasts y la colaboración con otros medios”, explica. 

¿Y cómo hace Kalúa para combinar el trabajo y el periodismo, tomando en cuenta lo duro del exilio…? –le preguntamos–

Aquí su respuesta se enfría un poco: “Hacer periodismo desde el exilio es difícil, porque no es como yo lo hacía en mi tierra, que sí necesitaba una entrevista iba hasta la casa del entrevistado y hablábamos o lo llamaba por teléfono, pero teníamos una cercanía”. 

Ahora la comunicación es sólo por comunicaciones digitales, a diferentes horarios y con medidas de seguridad. 

“Muchas personas tienen miedo de hablar conmigo, han visto que se han exiliado periodistas, líderes comunitarios, activistas, líderes de la sociedad civil. Y todo eso ha generado miedo. La gente habla solo bajo anonimato, las entrevistas son escasas o rechazadas, son tantas barreras que hacen difícil el oficio desde lejos”, dice con un tono de tristeza.  

Pero luego, sacando energías que se notan en su voz, comenta que el ejemplo de ver a otros colegas ejerciendo el periodismo en el exilio, la motivan a mantener vivo el oficio. 

“Yo veo que todos mis colegas en el exilio, mujeres y hombres, lo siguen haciendo con mucho empeño, en sus plataformas que surgieron desde 2018 y eso me lleva a reflexionar sobre la importancia de la resiliencia en el periodismo, pero un periodismo a la vez con independencia y convicciones”, señala.

El oficio duro siempre va a ser porque estamos en el exilio y nuestra gente nuestra sociedad viven bajo régimen, pero esta es nuestra lucha como periodistas y aquí, mientras podamos, la vamos a mantener”, dice Kalua Salazar.  

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