Hermanos nicaragüenses y costarricenses:
Les habla Jorge Estrada. Soy uno de los tantos miles de nicaragüenses que desde hace varios años vive en el exilio.
Me dirijo a ustedes porque, como nicaragüense, estoy impactado y consternado por el asesinato del Mayor Roberto Samcam. Sin duda, los autores políticos e intelectuales de este crimen solo podrían ser Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Aunque el Mayor en retiro tuvo otra visión ideológica, este nunca escatimó esfuerzos para luchar contra la dictadura sandinista; su objetivo era el mismo que el de la gran mayoría de los nicaragüenses: destronar a ese régimen vergonzoso que hoy reprime con crueldad y perversidad extrema a nuestro pueblo humilde y trabajador.
Pero no solo quiero enfocarme en el crimen, que es condenable y demanda justicia inmediata. Mi impotencia ante tal injusticia se ve magnificada por la manera como el gobierno del presidente costarricense Rodrigo Chaves no ha podido ser fuerte, directo y contundente ante las barbaridades obvias y desalentadoras que han manchado la imagen de Costa Rica. Tristemente, el presidente Chaves ha permanecido callado. No ha mostrado agallas, no ha podido actuar con valentía ante tales atropellos.
Quiero que sepan algunos de nuestros hermanos costarricenses que, lamentablemente, han tenido el prejuicio de creer que todos los nicaragüenses somos gente mala. Pero no es así. Muy al contrario, la inmensa mayoría de pinoleros llegados a Costa Rica son gente trabajadora, de buen corazón; que sienten un inmenso respeto y agradecimiento hacia los costarricenses.
Es hora de que todo el pueblo costarricense se dé cuenta de que la democracia y las libertades de las que hoy gozan están en peligro si se sigue permitiendo que la impunidad impere en la patria de Juan Santamaría. Los poderes legislativo y judicial deben llenar el vacío que está dejando al descubierto el mandatario actual. A ello, se debería sumar la inmensa y extensa sociedad civil costarricense que tiene mil y muchas voces claras y altas para defender sus valores y principios libertarios y civilistas. Porque si no se defiende la libertad y la justicia en este momento, las cosas pueden empeorar. Este es el momento para cortar de raíz ese mal que ya trae malos presagios. No hay que dejar que la enfermedad maligna se profundice y se extienda por toda Costa Rica.
El silencio del mandatario de Costa Rica es preocupante, es indigno y desalentador. ¿Acaso ya no vale nada la vida en Costa Rica?
El pueblo costarricense debe ver que en su país se respete la ley, el Derecho Internacional, y que se haga justicia para que no se convierta en un santuario de víboras y lobos crueles que entran a matar a territorio costarricense, a vista y paciencia de todos. Costarricenses, hay que demandar justicia, determinación y solución. Si en Costa Rica siguen pasando estas cosas, pronto vivirán en zozobra y máximo terror y verán muchos más asaltos, asesinatos y secuestros a lo largo y ancho del país.
La Asamblea Legislativa toda, de socialcristianos y liberacionistas, debería presentar una moción para que en Costa Rica se forme con urgencia una fuerza armada especializada, sustantiva y cumplidora de la ley que haga respetar y defender su soberanía y saque de Costa Rica a todos los malandrines, gatilleros y matones que hoy están ensangrentando a esa hermana república centroamericana. En la actualidad, los organismos policiales que poseen no tienen la capacidad ni los recursos para enfrentar esa peste asesina e invasora alimentada por Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Si los diputados de los partidos políticos de Costa Rica logran que se apruebe una fuerza militar de tropas especiales, le devolvería la ya perdida tranquilidad a todos los costarricenses.
Hermanos costarricenses, es hora de asentar el ejemplo. De la misma manera que Bukele ha encarcelado y eliminado a los mareros que tenían a El Salvador en ascuas, así debe alzarse un líder valiente que se apreste a dirigir una fuerza armada especializada que acabe con los grupos de terroristas a sueldo que quieren ensangrentar y aterrorizar a todo un país.
Muchos países del mundo libre como Estados Unidos, Israel y Argentina podrían apoyar esta iniciativa para poner orden en Costa Rica.
Ya es hora de que Costa Rica cuente con una fuerza armada especializada, sólida, presta, combativa, versátil y bien entrenada para luchar contra los criminales que han entrado a ese suelo noble para aterrorizar a todo un pueblo que no merece vivir angustiado.
Hermanos costarricenses: apoyen esta iniciativa para que Costa Rica resguarde bien sus fronteras y tenga un control minucioso de quiénes entran, para que las fuerzas oscuras y oprobiosas del sandinismo y secuaces dejen de mancillar el suelo tico y se pueda exitosamente atrapar a los terroristas enviados por la dictadura de los Ortega-Murillo, para que no sigan cometiendo más crímenes y fechorías.
Es hora de que Costa Rica decida responder con fuerza y contundencia a aquellos que están envenenando a la sociedad tica y destruyendo los cimientos de la paz, la armonía, los derechos humanos y el orden de nuestra hermana nación.                        Jorge Estrada

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