La Fundación por la Libertad de Expresión y Democracia (FLED) presentó este 25 de noviembre el informe temático “Estado situacional de mujeres periodistas nicaragüenses”, un estudio que expone la sistemática violencia ejercida contra mujeres periodistas entre 2018 y 2025. En total se registraron 730 agresiones, revelando una estructura de control que combina autoritarismo político con violencias específicas dirigidas contra ellas.
El informe describe un panorama en el que la represión combina violencia física, psicológica, sexualizada y digital, además de vigilancia, criminalización y expulsión forzada. Según una especialista en psicología clínica —quien ha atendido a numerosas mujeres periodistas y fue consultada de manera anónima para proteger la seguridad de sus pacientes— muchas profesionales han adoptado la autocensura como mecanismo de supervivencia.
Así mismo, el documento revela un uso sistemático de amenazas que involucran la vida personal, apariencia física, capacidad económica y de manera particular a las familias como herramienta de presión emocional. Una frase repetida a las periodistas, según el informe, sintetiza esta estrategia de terror: “Yo sé en cuál escuela estudia tu hijo, yo sé dónde vive tu mamá”.
Uno de los hallazgos más graves es que ocho de cada diez mujeres periodistas atendidas clínicamente fueron víctimas de violencia sexual, un patrón utilizado para quebrar su integridad física y emocional. Según el documento, “Las mujeres periodistas enfrentan vulnerabilidades adicionales derivadas de su condición de ser mujer, en una sociedad patriarcal donde el gobierno utiliza esta condición como herramienta de control”.
Por otro lado, el informe plantea también que, aunque la mayoría de las periodistas exiliadas cuenta con algún tipo de protección internacional o se encuentran tramitando asilo, estos mecanismos presentan limitaciones graves. Describe barreras procesales como tiempos de espera que pueden extenderse hasta cinco años, ausencia de un estatus definitivo y procesos burocráticos que terminan revictimizándolas al no considerar los traumas específicos que sufren.
Añade obstáculos particulares como: la imposibilidad de convalidar sus títulos por la falta de servicios consulares nicaragüenses, la exclusión del mercado laboral formal y el subempleo forzado que las obliga a aceptar trabajos precarios, con la consecuente pérdida de su identidad profesional. El informe advierte que estas condiciones afectan directamente su integración, pues les impiden ejercer su oficio, las empujan a la dependencia económica, deterioran su salud mental y desarticulan sus redes profesionales, profundizando su vulnerabilidad en los países de acogida.
El estudio advierte que “la magnitud de la crisis que enfrentan las mujeres periodistas nicaragüenses exige una respuesta coordinada y multidimensional. La respuesta institucional, tanto estatal como internacional, no solo es insuficiente, sino que en muchos casos profundiza las vulnerabilidades de las periodistas exiliadas, generando nuevas formas de violencia institucional y estructural”.
FLED concluye que Nicaragua ha aplicado una estrategia de “tierra arrasada” contra el periodismo femenino independiente, con una primera fase en 2018 de ataque masivo para
quebrantar la resistencia, una segunda fase de consolidación del silencio (2019-2020), una tercera fase de eliminación de últimos focos (2021), y una fase de mantenimiento del terror con mínimo esfuerzo (2022-2025).
Destaca que, aun así, las periodistas continúan resistiendo desde el país o desde el exilio, defendiendo la verdad y la memoria como un acto de integridad y persistencia profesional.
🔴 Vía #FLED