Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la merienda escolar no solo llena los estómagos de los niños, sino también sus mentes. Al proporcionar alimentos balanceados, se asegura que los estudiantes, tengan la energía necesaria para concentrarse en las clases y aprender de manera efectiva.
Estudios han demostrado que los niños que reciben merienda escolar tienen un mejor rendimiento académico, mayor asistencia y menor probabilidad de abandonar la escuela.
Además en países donde persisten índices de desnutrición y hambre, la merienda escolar es una estrategia clave para enfrentar estos desafíos y superar en gran medida las desigualdades.
Otro dato importante, es que la merienda escolar puede ser una oportunidad para enseñar a los niños la importancia de una alimentación equilibrada. Al incluir frutas, lácteos y granos enteros, se fomentan hábitos saludables desde temprana edad.
El impacto socio-económico
Otro de los componentes que debe tener la merienda escolar es el mejoramiento de la sociedad, de manera que los estudiantes bien alimentados, tengan más probabilidades de convertirse en adultos productivos y saludables.
En países cómo Costa Rica, más del 30 por ciento de los alimentos son obtenidos de pequeños productores del país por lo que ayuda a generar más empleos locales, al requerir la producción y distribución de esos alimentos.
Implementándose debidamente este programa, no es un gasto, sino una inversión, que garantiza el futuro del país y la sostenibilidad de algunas comunidades locales.